Cosmeticorexia, la obsesión por el uso de productos cosméticos

cosmeticorexia

Actualmente se está produciendo un aumento de ventas en productos cosméticos; nunca antes se habían producido tantas ventas como en la actualidad. Se hace uso de todo tipo de productos (bases de maquillaje, correctores, perfiladores, barras de labios, sombras… pero también contornos de ojos, cremas hidratantes, entre otros) para atenuar las manchas, disimular las rojeces, reducir las arrugas, entre otros. Estos productos de cosmética son comprados por personas adultas, pero también se está produciendo un incremento de compra en los adolescentes. Cada vez son más las personas obstinadas con lo que se conoce como “skincare” (rutina de belleza). Tal es el furor entre las más jóvenes por este tipo de productos que los expertos alertan de un preocupante incremento de los casos de cosmeticorexia en adolescentes.

¿Qué es y qué sucede cuando una persona tiene cosmeticorexia?

La cosmeticorexia es un trastorno psicológico cada vez más común entre las personas, especialmente entre los jóvenes (de 8 a 14 años), que se caracteriza por mostrar una obsesión compulsiva con la realización de procedimientos cosméticos o estéticos. Las personas que lo sufren sienten la necesidad constante de mejorar su apariencia física a través de cirugías plásticas, tratamientos dermatológicos, y otros procedimientos estéticos , a menudo de manera excesiva e innecesaria. Además se caracteriza por el uso exasperado de productos de belleza por parte de los jóvenes. Las personas que padecen cosmeticorexia suelen invertir grandes cantidades de dinero en productos de belleza, dedican una gran cantidad de tiempo a su aplicación y sienten una gran ansiedad si no pueden utilizar los productos.

Cuando una persona tiene este trastorno, lo que sucede es que percibe una distorsión de su imagen corporal, y esta distorsión se centra en presuntos defectos estéticos, como podría ser la forma o el tamaño de las partes del cuerpo (como la nariz o la boca) o aspectos de la piel como cicatrices, arrugas, impurezas… Estas zonas pueden ser objeto de pensamientos repetitivos, persistentes y angustiosos. La persona tratará de camuflar, ocultar, eliminar y mejorar la zona que percibe como un defecto. Además comprobará repetidamente su imagen a través de espejos, fotos o elementos donde se pueda ver reflejada.

Las personas que presentan esta distorsión de su imagen intentan disminuir las obsesiones que presentan, pero el hecho de querer disminuirlo provoca un aumento de la inquietud. Es decir, contra más aparece la necesidad de querer corregir ese “error” en su cuerpo, hace que se sostenga y se mantenga la problemática. El hecho de usar maquillaje, cremas… para “tapar” lo que para ellas es un problema, hace que entren en una prisión en la que cada vez les será más difícil escapar.

Por lo tanto, intentan realizar una solución, pero esta se está convirtiendo en una obsesión, por lo tanto, en un problema. Todo esto puede hacer que la persona pierda el entusiasmo, la implicación y la motivación por realizar actividades.

Es importante destacar que los adolescentes pueden mostrar interés en querer mejorar su apariencia física y esto no tiene porque significar que vaya a desarrollar una patología. Si bien es cierto que cada vez más, los trastornos como el trastorno dismórfico corporal o los trastornos alimentarios están más extendidos y aparecen entre los 8 y 10 años. Por tanto, ante esta precocidad, se requerirá intervención, teniendo en cuenta que estamos frente a trastornos que se producen por múltiples factores: genética, ámbito psicológico y ambiental, pero también el contexto familiar y social.

Influencia de la redes sociales, la cosmeticorexia en adolescentes para conseguir el cuidado perfecto

Respecto a las redes sociales, juegan un papel importante en la exacerbación de este trastorno, ya que constantemente se nos bombardea con imágenes retocadas y filtros que muestran un estándar de belleza irreal. Además se muestran muchos de los productos que después compran y utilizan los jóvenes, incluido el ritual de “skincare”. Muchas personas comparan sus vidas y apariencia con las de los influencers y celebridades que ven en sus redes, lo que puede generar una sensación de insatisfacción con uno mismo y la necesidad de alcanzar ese ideal de belleza.

Además, las redes sociales también permiten que la cosmeticorexia se perpetúe, ya que se crean comunidades en línea en donde se comparten consejos, productos y procedimientos estéticos que prometen mejorar la apariencia física de manera rápida y efectiva. Esto puede llevar a que las personas experimenten una presión constante por lucir perfectas en las redes, lo que puede afectar negativamente su autoestima y salud mental.

Es importante recordar que la belleza va más allá de la apariencia física y que cada persona es única a su manera. Es fundamental aprender a aceptarse y quererse tal y como somos, y buscar ayuda profesional en caso de que la obsesión por la imagen personal se convierta en un problema que afecte nuestra salud y bienestar.

¿Cómo saber si padezco o alguien padece este tipo de obsesión?

Las señales de la Cosmeticorexia pueden subestimarse porque se encuentran en gran medida entre los comportamientos compartidos y apoyados por la sociedad. Por este motivo es importante comprobar la presencia de otros indicadores que expresen un trastorno como la cosmeticorexia. Por tanto, indicadores que podemos tener en cuenta:

  • Aumento del tiempo dedicado a comprobar el cuerpo frente al espejo o las comparaciones con imágenes propuestas en las redes sociales.
  • Aumento de comportamientos para camuflar y ocultar el defecto percibido (compra cada vez más frecuente y masiva de cosméticos, uso cada vez más inflexible de determinadas prendas de vestir , solicitud y uso de medicina y cirugía estética).
  • Tendencia a reducir la exposición social, hasta el punto de que en los casos más graves se produce aislamiento social.
  • Cambios en la expresión de las emociones, en general mayor disforia y cierre emocional, menor control de la ira e irritabilidad, especialmente cuando los familiares intentan restar importancia o negar el defecto estético.

¿Cómo abordar este trastorno por los productos y el cuidado de la piel?

Como hemos mencionado anteriormente, cabe destacar que, cuanto más nos centramos mentalmente en el defecto estético, más aumenta la angustia y las acciones para corregirlo; por otro lado, disminuyen otros intereses y la implicación con los amigos, la escuela, el trabajo y las aficiones. Y así la situación empeora. Es en este punto que debemos actuar:

Recomendamos como primera elección una psicoterapia especialista en Terapia Breve Estratégica por demostrar ser la mejor terapia psicológica en resolver los problemas de fobias y obsesiones. En pocas sesiones se resuelven los problemas gracias hacerte sentir y ha llevarte experimentar cosas que producen que el cambio de ser posible acabe siendo inevitable. Con este trabajo fomentaremos :

  • Una autoestima saludable donde se trabajará en la aceptación de uno mismo y no basar la valía personal en la apariencia física,
  • Educación sobre la industria de la belleza: Informarse sobre los estándares de belleza impuestos por la sociedad y los medios de comunicación, y entender que no son realistas ni alcanzables por todas las personas.
  • Limitar el uso de productos cosméticos: Reducir la dependencia de maquillaje y productos de belleza en el día a día.
  • Promover un estilo de vida saludable: Enfocarse en hábitos alimenticios y de ejercicio balanceados, así como en cuidar la salud mental y emocional.
  • Practicar la autocompasión: Aprender a tratarse con amor y comprensión, en lugar de ser crítico y exigente consigo mismo. Entre otras cosas.

Júlia Pascual. Psicóloga sanitaria. Representante del modelo de terapia breve estratégica de Nardone en España.